Todavía no se aprueba una vacuna contra la COVID-19, sin embargo ya existen varios grupos que rechazan su aplicación y reproducen información falsa sobre la pandemia.
Como mensaje de Whatsapp, como publicación en Facebook, e incluso como hilo de Twitter, estas afirmaciones falsas sobre la vacuna de COVID-19 se han compartido de forma masiva.
Una de las publicaciones de Facebook que reproduce estas afirmaciones falsas ya se compartió 10 mil veces. Aseguran que “COVID-19 significa certificado de identificación de vacunación con inteligencia artificial (sic)”. Dicen también que “lo que REACTIVA el virus es el terreno inmune debilitado de la vacunación” y afirma que “las pruebas no son confiables”. Pero nada de esto es verdad.
Aunque el mismo texto se reproduce en grupos y páginas de memes, muchas personas han tomado esta información como si fuera cierta. Por ejemplo, en la publicación compartida 10 mil veces un usuario comentó: “No puedo creer que haya personas que se tomen en serio este post. Los antivacunas son el verdadero peligro”.
Mientras que otros muestran su preocupación ante tales afirmaciones. Por ejemplo, otro usuario comentó: “Esto que empieza! Si es que en verdad es ya el comienzo de esta infamia de reducir la población, como dice necesita dejarnos morir y ver morir a nuestros niños si no nos vacunamos y llegará un MOMENTO en que la vacuna será por fuerza, aunque no queramos (sic)”.
COVID-19 es una enfermedad, no un plan malvado
El mensaje que se comparte de forma masiva dice que “COVID-19 significa CERTIFICADO DE IDENTIFICACIÓN DE VACUNACIÓN CON INTELIGENCIA ARTIFICIAL, y 19 por el año 2019 en el que fue creado (sic)”.
También afirma que “COVID-19 no es el nombre del virus, sino el del PLAN INTERNACIONAL PARA EL CONTROL Y LA REDUCCIÓN DE LAS POBLACIONES, que se desarrolló durante décadas y se lanzó en Enero de 2020 (sic)”
Nada de eso es verdad. COVID-19 es una enfermedad respiratoria causada por el virus SARS-CoV-2. Hasta diciembre de 2019 no se sabía de su existencia y de hecho fue nombrado dos meses después del primer brote en Wuhan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explicó que a veces las enfermedades tienen un nombre distinto al del virus que los causa. Los virus son nombrados por el Comité Internacional de Taxonomía de los Virus (ICTV, por sus siglas en inglés). Para elegir un nombre se basan en la estructura genética, ya que el objetivo es facilitar el desarrollo de pruebas diagnósticas, vacunas y medicamentos.
El 11 de febrero de 2020, el ICTV anunció que el nombre del nuevo virus que causa el Síndrome Respiratorio Agudo Severo sería SARS-CoV-2. Se eligió este nombre porque el virus se parece genéticamente al coronavirus responsable del brote de SRAS de 2003. Se trata de dos virus diferentes por eso lleva el número 2 . También lleva las letras “CoV” porque es un coronavirus.
La OMS es la encargada de dar el nombre oficial a las enfermedades en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). En este caso el objetivo de poner nombre a las enfermedades es “facilitar el debate sobre la prevención, propagación, transmisibilidad, gravedad y tratamiento de las mismas”.
También fue el 11 de febrero de 2020 cuando se anunció que el nombre de la enfermedad sería COVID-19. Según la OMS, este nombre se tomó de las palabras “corona”,”virus” y disease (enfermedad en inglés). El 19 representa el año en que se informó el primer brote.
Todavía no hay una vacuna para la COVID-19
Otra afirmación que incluye este mensaje es que “la mayoría va a ser vacunada o dejarán de existir para la sociedad: no podrán viajar sin vacuna, no podrán ir al cine, y en un futuro no podrán salir de casa, etc etc. Eso ya está pasando en algunas ciudades de CHINA Y ESPAÑA es el país piloto de pruebas junto a Argentina y países latinos (sic)”.
Lo primero que hay que aclarar es que hasta el 29 de junio de 2020 no existe una vacuna aprobada para COVID-19 en ningún país. Entonces, no es verdad que en China o en otro país exista la vacunación obligatoria para esta enfermedad.
Lo que sí es verdad es que la OMS coordina el desarrollo de vacunas y medicamentos para prevenir y tratar la COVID-19. Algunos de estos proyectos ya están muy avanzados y están realizando pruebas piloto en personas.
Las vacunas nos enseñan a combatir virus
El mensaje también aseguró que “lo que REACTIVA el virus es el terreno inmune debilitado de la vacunación”. Pero de acuerdo con la OMS una vacuna es “cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos”.
La OMS explica que “las vacunas interaccionan con el sistema inmunitario y producen una respuesta inmunitaria similar a la generada por las infecciones naturales, pero sin causar enfermedad ni poner a la persona inmunizada en riesgo de sufrir las posibles complicaciones de esta”.
Hace dos semanas esta misma desinformación circuló en España. Por eso Maldito Bulo también investigó y encontró que este es uno de los principales argumentos de varios activistas anti-vacunas. Pero Maldito Bulo reitera que “las vacunas enseñan a nuestro cuerpo cómo luchar contra un patógeno determinado”.
Sí hay pruebas que detectan el ARN del virus
La publicación masiva dice que “las pruebas no son confiables”. Según “los fabricantes de la prueba lo dicen, ninguna de las pruebas puede detectar el virus SARS-COV 2, sino solo una infinidad de pequeños virus inofensivos o desechos celulares que son naturalmente parte de nuestra microbiota”.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo el 16 de marzo que: “No se puede combatir un incendio con los ojos vendados. Y no podemos detener esta pandemia si no sabemos quién está infectado”. Para eso son las pruebas.
Existen diferentes tipos de pruebas, y a diferencia de lo que dice la publicación de Facebook, una de ellas sí es capaz de detectar el virus SARS-Cov-2. De acuerdo con los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, “en las pruebas virales se analizan muestras de su sistema respiratorio, como hisopados del interior de la nariz, para informarle si está infectado por el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19”.
Las pruebas moleculares conocidas como PCR toma una muestra de secreción y analiza si existe ARN del virus. Precisamente por eso la OMS recomienda la prueba molecular de muestras del tracto respiratorio para la identificación y confirmación de laboratorio de los casos de COVID-19.
Por otro lado, en un documento publicado el 8 de abril, la OMS explicó que “un tipo de prueba de diagnóstico rápido (RDT) detecta la presencia de proteínas virales (antígenos) expresadas por el virus COVID-19 en una muestra del tracto respiratorio de una persona”.
LA OMS afirma que “la mitad o más de los pacientes infectados con COVID-19 podrían pasar desapercibidos para tales pruebas”. Y al mismo tiempo pueden decir que una persona está enferma cuando no lo está, si los anticuerpos en la tira reactiva también reconocen antígenos de virus distintos al COVID-19.
Entonces, aunque existen pruebas que no son del todo confiables, existen otro tipo de pruebas moleculares capaces de detectar el virus SARS-Cov-2.
No todos lo que se hacen la prueba salen positivo a COVID
Según la publicación masiva, “las personas evaluadas parecerán cada vez más positivas en las pruebas, alrededor del 90%”. Dice que el objetivo es hacer que todo mundo crea que está enfermo. Pero esto tampoco es verdad.
Por ejemplo, en la conferencia de prensa del 28 de junio el subsecretario de salud, Hugo López Gatell afirmó que hasta ese momento en México “se han estudiado más de 556 mil personas, este medio millón de personas en su momento fueron identificadas como casos sospechosos y fueron o descartadas, como ocurrió en un poco más de un cuarto de millón de personas, o confirmadas”.
En el caso de Estado Unidos, la Herramienta de Tendencia de Pruebas de la Universidad Johns Hopkins muestra que es falso que la mayoría de las personas que se hacen la prueba den positivo a COVID-19.
Hasta el 29 de junio la tasa de positividad (porcentaje de pruebas que son positivas por cada 100 mil habitantes) en el estado de Alabama es de 13%. En Alaska es de 0.6% y en Arizona de 23%.
En conclusión: Todavía no hay una vacuna para la COVID-19, no es obligatoria y su objetivo no es enfermar a las personas sanas.