Chequeado

En los últimos días algunas personas que recibieron la vacuna contra el coronavirus contaron en diversos medios de comunicación (ver acá y acá) que tras vacunarse se habían realizado un test de anticuerpos (también llamado test serológico), “pero éste les habría dado negativo”. Algo que implicaría -según sus deducciones- que no recibieron una vacuna eficaz y que no se encuentran protegidos contra el coronavirus.

Sin embargo, los expertos consultados por Chequeado afirman que la protección inmunitaria generada por las vacunas es un asunto muy complejo y confirman que un resultado negativo en materia de anticuerpos no implica necesariamente que la persona no esté protegida contra la enfermedad. De la misma manera, tampoco la sola presencia de anticuerpos asegura que la persona no pueda contagiarse, reinfectarse o desarrollar COVID-19 leve.

“Las personas no deberían hacerse esos test”

Las vacunas protegen contra la enfermedad severa, hospitalizaciones y muertes. De ahí que los profesionales de salud recuerdan la necesidad de continuar con las medidas de prevención, como el uso del barbijo, el distanciamiento social, el lavado de manos y la ventilación, incluso luego de recibir ambas dosis.

El Ministerio de Salud de la Nación no recomienda en ningún caso el dosaje de anticuerpos post vacunación para evaluar la inmunidad contra la COVID-19 proporcionada por la vacuna, como se especifica en en los Manuales del vacunador de Sinopharm y CoviShield, salvo que sea en el contexto de un estudio epidemiológico.

“Las personas no deberían hacerse esos test de dosajes, entre otras razones porque la inmunidad de las personas no se define exclusivamente por la presencia, o no, de anticuerpos”, explicó a Chequeado Enio Garcia, jefe de Asesores del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.

“En principio la inquietud de quienes se hicieron los test de anticuerpos para comprobar la respuesta inmune desatada tras recibir la vacuna es algo válido, porque la dosis podría haber sido mal conservada y no generar protección. Pero también es cierto que el organismo de cada persona es diferente y su reacción ante una inmunización puede generar respuestas inmunes muy diversas”, detalló por su parte Juan Pablo Jaworski, investigador del Conicet en el Instituto de Virología e Innovaciones Tecnológicas del INTA.

El experto explicó que la respuesta inmune consta de 3 componentes: uno innato, uno celular y uno humoral. Es este último el que incluye a los anticuerpos (también llamados inmunoglobulinas -Ig-) que son proteínas generadas en respuesta a la presencia de un antígeno extraño al organismo. Y sobre éste componente es importante recordar que no solo influye la cantidad sino también la calidad de los anticuerpos inducidos por la vacunación. Esto significa tener en cuenta su capacidad de neutralizar al virus contra el que nos estamos vacunando.

Además, la respuesta inmune depende de varios factores, como la edad, el estado nutricional y la presencia de ciertos medicamentos o infecciones que pueden inhibir el sistema inmunitario.

Por otra parte, “muchos de los test que se usan para ensayar anticuerpos contra el SARS-CoV-2 tienen sus complejidades, ya que pueden revelar la presencia, ausencia, cantidad y hasta la capacidad de neutralización” [N. de la R.: cuando los anticuerpos se unen a los microbios bloquean, o neutralizan, su infecciosidad], por lo que sus resultados no son simples de interpretar”, agregó el experto.

Actualmente, en el mercado existen diversos tipos de kits de medición de anticuerpos, pero no todos son capaces de identificar el tipo y la calidad de los anticuerpos generados por la vacuna o por una exposición previa al virus, algo cada vez más importante, considerando las diferentes tecnologías de vacunas hoy disponibles.

Diversas opciones de test

Actualmente, hay disponibles diversos test, con diferentes objetivos. A grandes rasgos los test se dividen en 2 grupos: los que sirven para el diagnóstico de COVID-19, ya que detectan el virus SARS-CoV-2 o algún componente del mismo (su genoma, sus proteínas, etcétera). Y un segundo grupo que permite detectar los anticuerpos producidos por nuestro organismo tras recibir la vacuna o haber estado infectados.

El Ministerio de Salud de la Nación recomienda el uso de los test rápidos de detección de anticuerpos en entornos de estudios de investigación epidemiológica y no para el diagnóstico de la infección por COVID-19, ni para la toma de decisiones clínicas.

“Los llamados ‘PCR en tiempo real’, son los preferidos para detectar la presencia actual de virus y se convirtieron en el gold standard para el diagnóstico de infección”, explicó a Chequeado el bioquímico Andrés Albrecht, vicepresidente de la Cámara Argentina de Laboratorios de Análisis Bioquímicos. Y continuó: “Luego están los conocidos como test rápidos que son de dos tipos diferentes: por un lado los que buscan antígenos y -por el otro- los de anticuerpos”. 

Estos últimos fueron diseñados con otra finalidad: se los usa para hacer estudios epidemiológicos y estadísticos sobre una población amplia. “Son realmente rápidos ya que ofrecen su veredicto en pocos minutos pero -por su falta de precisión- no se recomienda usar este tipo de test para diagnóstico clínico o para conocer la situación inmunitaria de una persona en forma individual”, sostuvo Albrecht.

Justamente, para averiguar el estado inmune de una persona los tests recomendados son los denominados ELISA (Ensayo por Inmunoabsorción Ligado a Enzimas) o de quimioluminiscencia que se realizan a partir de una muestra de sangre. “Estos tienen mayor sensibilidad y especificidad y son los indicados en estos casos. Claro que hacer este tipo de test requiere la infraestructura de un laboratorio y no son rápidos, porque obtener el resultado puede tomar hasta un par de horas”, comentó Albrecht.

Los test del tipo ELISA para identificar la presencia de anticuerpos para coronavirus evolucionaron y se han ido sofisticando a lo largo de la pandemia. “Los primeros que llegaron al mercado, hace ya algunos meses, medían la presencia de anticuerpos capaces de acoplarse a una proteína particular del SARS-CoV-2. En otras palabras, nos permitían identificar si la persona había estado en contacto con el virus”, detalló el directivo de la Cámara de Bioquímicos.

“Pero a medida que llegaron las vacunas, a fines de 2020, hubo que desarrollar otros tipos de test ELISA, que fueran capaces de identificar específicamente la reacción inmunitaria, buscando los anticuerpos que fueron generados por la vacunación. De hecho, los primeros test de anticuerpos -los desarrollados al principio de la pandemia- pueden no ser capaces de determinar la presencia de anticuerpos conocidos como anti-spike, cuya presencia está ligada a la vacuna”, explicó Albrecht.

Diferentes vacunas, ¿diferente inmunidad?

Para sumar complejidad al tema, las diferentes vacunas (Sputnik V, AstraZeneca, Pfizer/BioNTech, Moderna) inducen la producción de anticuerpos del tipo anti-spike. Pero la recientemente llegada vacuna china Sinopharm fue desarrollada en base a otra tecnología (virus completo inactivado) y -por lo tanto- induce la formación de anticuerpos contra diferentes proteínas presentes en el coronavirus.

“Eso implica que habrá que validar los kits hoy disponibles para comprobar si estos indican correctamente -y con qué grado de certeza- la presencia de anticuerpos generados por la vacunación. Así, al menos por ahora, el profesional que va a realizar el test debería indagar al paciente para saber que tipo de vacuna recibió y elegir el kit correspondiente y el protocolo adecuado para obtener un resultado correcto”, aseguró Albrecht.

Otro punto a tener en cuenta en los casos donde los test serológicos dan negativo es que la vacuna puede estar generando anticuerpos pero en un nivel inferior al umbral de detección para el que el kit fue diseñado. 

“La ANMAT ha aprobado diversos tipos de test de anticuerpos, de diferentes tecnologías y marcas comerciales y por eso hay diversas pruebas disponibles que ofrecen diferentes grados de sensibilidad y de especificidad”, detalló el virólogo Jaworski. “Pero ninguno alcanza el 100% de sensibilidad, por lo que si alguien quisiera testearse lo recomendable sería esperar a recibir la segunda dosis de la vacuna y luego aguardar 2 o 3 semanas antes de hacerse el test que busca anticuerpos generados por la vacuna”.

Sin embargo, el doctor Jorge Geffner, profesor de Inmunología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Conicet, recordó que “en general, cuando se hace una campaña de vacunación, no se le sugiere a las personas que se hagan dosajes posteriores de anticuerpos”. 

Y agregó que hay una pequeña fracción de las personas que no desarrollan niveles significativos de anticuerpos y por lo tanto no se detectan. “Pero aun cuando no haya anticuerpos detectables, tiene una respuesta de células B de memoria que seguramente se indujo por la vacuna”, dijo Geffner. 

En el caso específico de la vacuna de Oxford-AstraZeneca y en el de la Sputnik V, ya hay muchos datos que indican fehacientemente que una única dosis protege y no compromete su eficacia. “Además, sabemos que es posible dilatar la segunda dosis por 3 o 4 meses. En Argentina hicimos un seguimiento de 600 casos que recibieron una única dosis y comprobamos que la vacuna del Gamaleya funciona muy bien y más del 90% de las personas se seroconvierte”, concluyó el experto.