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Las variantes COVID no se llaman como las ondas cerebrales y las vacunas no son para control mental

Animal Político

No hay grafeno en las vacunas, ni las variantes de COVID fueron nombradas igual que las ondas cerebrales y de radiofrecuencia, para obtener “parámetros biométricos y posicionamiento” con la intención de “modular nuestras emociones”.

Pero en redes sociales, está falsa asociación de conceptos se comparte como parte de los esfuerzos de algunas personas para desmotivar la vacunación, difundiendo información falsa.

Por ejemplo, un usuario de Facebook publicó hace unos días una galería de fotos junto con el mensaje: “El grafeno se puede manipular mediante radiofrecuencia y es magnetizable al combinarse con el hidrógeno del H20 del cuerpo humano. Con el grafeno en el cerebro se modulan las emociones mediante radiofrecuencia, nada extraño que las variantes ( las cepas) tengan los nombres de las ondas cerebrales y ondas de radioactividad de las antenas 5G, así obtienen parámetros biométricos y posicionamiento (Sic)”.

Una de las fotografías asegura que “están inyectando grafeno”, y esto ha sido una idea muy recurrente sobre la vacunación contra COVID, lo cual ya hemos verificado y desmentido con anterioridad.

Primero: Las vacunas no tienen grafeno ni otra sustancia dañina

En esta otra nota, consultamos al doctor e infectólogo Uri Torruco, que sostiene que las vacunas no tienen grafeno y que no hay tecnología que pueda controlar nuestra voluntad al ser inyectada o implantada en el cerebro.

En esta liga puedes descargar la ficha técnica de todas las vacunas aprobadas en el país, en donde se especifican los ingredientes que la componen. En ninguna encontramos grafeno. 

El doctor Carlos Rius, académico de la Facultad de Química de la UNAM, nos explicó que el grafeno es un material que se obtiene del grafito.

También aclaró que el grafeno, por sí solo, no es capaz de transmitir radiofrecuencias para conectar nuestro cuerpo o cerebro a una tecnología que se manipula a la distancia.

Segundo: Las letras del alfabeto griego se usan para nombrar muchas cosas que no se relacionan entre sí

Al principio, las variantes del virus Sars-CoV-2 que causa la COVID se conocían con el nombre del país en dónde se habían identificado por primera vez.

Lee: Cómo una variante COVID se hace más contagiosa y de qué modo se rastrea su presencia en México

Pero para evitar que los países fueran estigmatizados por reportar las variantes, un grupo de expertos convocados por la OMS recomendó utilizar letras del alfabeto griego para hablar de las variantes, consideraron que estos nombres serían más fáciles y prácticos para audiencias no científicas.

 

Esto no es nada raro, pues el alfabeto griego se usa para nombrar muchas otras cosas sin relación entre sí. Tal es el caso de los tipos de ondas cerebrales.

Según este texto del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM, “el intercambio de información entre las células del sistema nervioso se da por medio de corrientes eléctricas”. Lo que da lugar a diferentes bandas de frecuencia que van aproximadamente desde 0.05 hasta 500 hertz,​ y esas frecuencias también usan el alfabeto griego para identificarlas.

Pero nombres como alfa, beta y gamma no solo se refieren a variantes de COVID u ondas cerebrales. En biología, por ejemplo, se usa para diferenciar la diversidad y riqueza de un determinado hábitat.

En matemáticas, se usan para nombrar a los ángulos, y en geografía también se han usado para señalar diferentes tipos de ciudades.

Así que aunque las variantes del COVID tengan el mismo nombre que las ondas cerebrales, esto no tiene ninguna relación, ni prueba ninguna teoría sobre control mental mediante la vacuna, o cualquier otro  medio.